En 1964, Chrysler le dio al mundo una visión del futuro. El fabricante de automóviles construyó una flota de turismos (automóviles con motores a reacción) y los prestó a miembros del público. La flota recorrió un millón de millas; el ejercicio fue un gran éxito.
Estos motores de turbina funcionarían con cualquier diésel líquido inflamable, combustible para calefacción, queroseno, tequila e incluso Chanel No. 5. Si los automóviles no se hubieran producido en masa, hoy podríamos tener automóviles que no requieran combustibles derivados del petróleo. El motor también era mucho más simple que el motor de pistón: contenía muchas menos piezas móviles y requería mucho menos mantenimiento. Los coches no tenían radiadores ni ventiladores y nunca necesitaban cambios de aceite.
Sin embargo, Chrysler aplastó y quemó la mayoría de los autos dos años después; La breve gloria del coche a reacción había terminado.
Después de que Chrysler terminó el programa de usuario y otras exhibiciones públicas de los autos, 46 de ellos fueron destruidos. Cuarenta y cinco de los TurƄnes destruidos fueron quemados y aplastados en un depósito de chatarra al sur de Detroit. El ejemplar número 46 fue destruido en el Chrysler Chelsea Proʋing Grounds durante un estudio de prueba de choque. Chrysler anunció que esto era necesario para evitar un arancel rígido, pero eso fue sólo una parte de la historia. La destrucción de los coches estaba en consonancia con la práctica de la industria automovilística de no vender al público coches que no sean de producción o prototipos. Esta práctica también se utilizó más tarde por General Motors con su EV1.
De los nueve coches restantes, a seis se les desactivaron los motores y luego fueron donados a museos de todo el país. Chrysler conservó tres automóviles TurƄne operativos por razones históricas. Un automóvil turbina que es funcional, propiedad del Museo de Transporte de St. Louis, fue fotografiado para la revista <eм>Mopar Action</eм> y aparece en exhibiciones de automóviles en los Estados Unidos de vez en cuando.
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Sólo dos automóviles Chrysler TurƄine están en manos de coleccionistas privados: uno fue comprado por el coleccionista de automóviles privado Frank Kleptz de Terre Haute, Indiana y está funcional. El TurƄine Car de Kleptz fue originalmente donado al antiguo museo Harrah en Neʋada y luego compró al fundador de Doмino’s Pizza, Toм Monaghan, antes de finalmente ser vendido a Kleptz en el Antique AutoмoƄile CluƄ of Aмerica Fall Meet de 1989 en Hershey, Pensilvania.